La costumbre de extraer productos del mar, sin mayores consideraciones, para luego venderlos a los rematadores, era el sino de un grupo de pescadores y mariscadores de las caletas de nuestro litoral hasta que, en Río Seco, ese modelo sufrió una asombrosa transformación: agregaron valor en su línea de producción y pudieron comercializar directamente con las grandes cadenas de supermercados. Ahora son un ejemplo que, incluso, es visto con interés desde otros lugares del mundo.
“Faltaba un segundo piso. Cómo trabajar más allá del extractivismo. Los pescadores estaban acostumbrados a vivir el día a día. Pero a contar del 2014 empezaron a cambiar la mentalidad”.
Enzo Rojas, biólogo marino de la Corporación Norte Grande y quien conoce de cerca la experiencia, señala que desde los años noventa los pescadores fueron obteniendo un importante capital en términos de áreas de manejo, concesiones marítimas, pero faltaba algo clave en estas unidades productivas: “Faltaba un segundo piso. Cómo trabajar más allá del extractivismo. Los pescadores estaban acostumbrados a vivir el día a día. Pero a contar del 2014 empezaron a cambiar la mentalidad”.
Rodrigo Vega, uno de los coordinadores del proyecto y miembro del sindicato que tiene tres áreas de manejo en la caleta, corrobora lo señalado por el “profe Enzo”: “a partir del año 2008 comenzamos a trabajar con una sala multipropósito que nos proporcionó el Gobierno, con la idea de agregar valor a los recursos que extraíamos. Pasaron varios años y recién el 2015-2016 comenzamos a tomarle el peso a lo que significaba que nuestros productos pudieran pasar por procesos de envasado, etiquetado, cadenas de frío, etc. Que no se los llevaran otros rematadores a otras plantas procesadoras”.
PARALELO 21
Los pescadores, poco a poco, entendieron que la forma en que se hacían las cosas hasta ese entonces no les auguraba ningún futuro. Vivían al día. “Entonces ellos asumieron que había que cambiar el modelo”, señala Enzo Rojas. “No solamente extraer los productos, sinos abordar otras temáticas para tener mayor autonomía alimentaria, Y ahí se generó la última etapa en todo este proceso de crecimiento: un centro de acopio y hatchery, que son modelos de vivero que permiten aposar o dejar en un estanque los recursos para cautelarlos y cuando, por ejemplo, el mar está malo, poder sacar de ahí”.
A medida que los buzos mariscadores de Río Seco se iban convenciendo de las bondades de ingresar en el mundo del emprendimiento, sacaron su propia marca: Paralelo 21. “Hicimos nuestra página web y comenzamos a usar las redes sociales; comenzamos a vender, a viajar a distintas ferias, incluso fuimos a la Expocruz, en Bolivia. Comercializábamos locos, pulpos, erizos, algas…”, señala Rodrigo.
Este proceso de transformación no fue fácil: “Pagamos el noviciado, porque pasar de simples extractores a comercializadores implicaba desafíos. Nos tuvimos que capacitar en cosas básicas, como saber de impuestos, de pagar IVA; todo lo que conlleva formalizar una empresa y trabajar de manera profesional. Hoy estamos mucho más consolidados y hemos podido entrar en mercados más exigentes, como por ejemplo algunas cadenas de supermercados. Y hemos logrado abastecer desde Copiapó hasta Concepción con nuestros productos. Hoy, en la sala de proceso trabajan 24 familias y en lo que es extracción de los recursos trabajamos como 20 personas más; medio centenar de habitantes de la Caleta Río Seco que viven de esto”.
MODELO
Lo importante de todo esto, señala el biólogo Enzo Rojas, es que “un grupo de pescadores, a más de 100 kilómetros de Iquique, están generando una alternativa distinta a la producción. Y han logrado que estas nuevas herramientas estén bien arraigadas al interior de sus sindicatos y que sus socios lo hallan internalizado. Existe la claridad y la convicción de que esto funciona. Hay una cosa no menor: el pescador que tiene una mayor confianza, o es más creíble su actuar, va a servir de ejemplo al resto. Por eso Río Seco es un modelo. Tanto es así que han venido a conocer la experiencia de muchos lugares de Chile y también del extranjero, específicamente de Perú y de México. Y nosotros como ONG Norte Grande estamos en sintonía con esa visión y eso permite enriquecer más el trabajo”.
Hay una cosa no menor: el pescador que tiene una mayor confianza, o es más creíble su actuar, va a servir de ejemplo al resto. Por eso Río Seco es un modelo. Tanto es así que han venido a conocer la experiencia de muchos lugares de Chile y también del extranjero, específicamente de Perú y de México.
Este año, nos comenta Rodrigo Vega, “hemos trabajado solo el recurso erizo, porque ha tenido más demanda y lo hemos sabido manejar. Estamos comercializando alrededor de mil kilos de lenguas de erizos a la semana. Les compramos a otras caletas vecinas que también nos abastecen y generamos un circuito virtuoso de trabajo en las caletas del sur de Iquique. Ahora que se viene la veda del erizo estamos pensando en explotar otros recursos y también en ahondar en la acuicultura. Queremos trabajar el repoblamiento de recursos en nuestras áreas de manejo con peces de roca, con semillas de erizo. Estamos avanzando e innovando en estas áreas”.
Los buzos mariscadores reconocen que lo avanzado ha sido fruto del esfuerzo de cada uno de los trabajadores, pero también de los múltiples apoyos que han recibido en el transcurso del tiempo. “Desde ProChile, que nos incentivó desde un principio, hasta empresas como Corpesca o la Asociación de Industriales Pesqueros del Norte, ASIPNOR”. Desde el Estado han contado con el apoyo del Instituto Nacional de Desarrollo Sustentable de la Pesca Artesanal, INDESPA, entre otros.
“Queremos generar un polo productivo en la zona”
Los habitantes de la Caleta Río Seco están felices con el giro que han tomado sus vidas. Y van por más: “Estamos con la mentalidad de generar otras líneas de proceso; no solamente comercializar el producto fresco, refrigerado, y congelados. Queremos hacer enlatados, productos en conserva; de hecho, este año hemos invertido en maquinarias, tenemos deshidratadoras… también para hacer ahumados. Hemos adquirido máquinas más grandes para hacer sellado”, nos señala Rodrigo Vega.
Agrega que han “ampliado la planta de proceso en 100 metros cuadrados, para tener capacidad de acopio. También llegar a categorizar; llegar a un mercado más directo, sin intermediarios. En eso hemos ido avanzando. Nos costó ponernos de acuerdo, pero ahora estamos decididos a seguir trabajando para mejorar lo que tenemos: generar un polo productivo en la zona. Estamos enfocados y resueltos: no hay marcha atrás”.
La capacitación también ha sido un factor clave, señala Rodrigo. Han recibido apoyo del Centro de Investigación Aplicada del Mar, CIAM y de la Corporación Norte Grande: “Hoy por hoy nosotros también nos hemos capacitado; hemos logrado capacitar a personas que monitoreen el área de manejo, que toman temperatura, que hacen seguimiento. También en la parte administrativa: saber de facturas, de pagar impuestos; no fue fácil, porque antes trabajábamos así no más. Pero sabemos que esos impuestos sirven para que el país de desarrolle y al final lo entendimos”. Finalmente, y para aquellos iquiqueños que quieran adquirir estos productos, un par de datos clave: la página personal de Rodrigo Vega en Instagram (o bien pulpos_man) y en Facebook: Paralelo 21.
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